Uno se pregunta como lector, muchas veces, si es real eso de una “literatura regional”, “regiones literarias”…o como quieras que las editoriales lo  llamen, a las presentaciones de algunas antologías que reúnen, obviamente, a escritores de alguna zona determinada.

Escribe Adriana Petrigliano – PUENTE ALADO


¿Qué sería “ser regional” a la hora de escribir? ¿Cómo sería en nuestro caso, en La Rioja, esa literatura? ¿Qué debería mostrar? ¿tenemos algunos referentes? ¿nos identifican, así, a simple lectura, por decirlo de alguna manera, con nuestra “región”?

Yo me lo pregunto como lectora y como escritora…y es una tarea difícil de responder.

Hace unos días, fui sorprendida (muy gratamente por cierto) cuando un grupo de teatro de Buenos Aires, utilizó mi libro de poemas Los días sobre mí, para performances que se realizaban en diferentes sitios de la ciudad. Fue en el marco del FIBA. Actores y público leyeron los poemas, en las calles, en el subte, en los bares…poesía riojana recorriendo escenarios de una ciudad lejana. ¿poesía riojana es la mía? Y cayó así la pregunta…simple, y sin ningún rollo extraño.

Cuando leo a algunos de mis “escritores favoritos”(frase horrible si las hay) encuentro el mandato de sus entornos en cada página. Casciari no deja de nombrar a su pueblo, Mercedes, incluyéndolo  al Chiri, que ya es parte del paisaje. Fabián Casas, no puede desprenderse del barrio de Boedo, Pablo Ramos y su Dock Sud, y no hablemos de Rulfo, García Márquez o el mismísimo Neruda…

¿Y nosotros de qué manera nos nombramos? ¿Existe alguna manera? ¿Alcanza con decir: cardón, piedra ancestral, greda…por dar un pequeño ejemplo?

¿alcanza con nombrar a nuestros Caudillos y sus logros o derrotas?

La identidad aparece. El paisaje en el que fuimos construyéndonos, aparecerá…pero lo que creo que también aparecerá, o debiera aparecer, es un pulso real. No forzado. El paisaje que nos nombre debe ser el que sentimos…y no una postura.

Y eso, en literatura, se siente.

Además del deslumbramiento o no  para mirar ese paisaje. Además de la poesía con que lo miremos. O de la realidad más cruda. Además de…

Sería bueno que nos propongamos “mirar” nuestro entorno de otra manera. Y escribirlo…mostrarlo. Sin grandilocuencias. Sin temor de ser tan reales como sea posible. O tan mágicos e imposibles como se pueda…

Dejo una muestra de la maravillosa mirada de un grande de estos lares que debería ser “lectura obligatoria” en las escuelas…porque si hablamos del Paisaje y sus mandatos, estos interrogantes serían una respuesta perfecta.

Interrogantes Esdrújulos – Ramón Navarro

Preguntas para ensayar diferentes respuestas, creadoras de aromas y colores nuevos para la flor del alma.

¿Cuántas vibraciones por perfume tiene el vuelo de un colibrí?

¿Qué duendes dejaron, como flores, sus blancos pañuelos arrugados sobre la espinas de los cardones?

¿Por qué no lucen aros de aceitunas las mujeres de Aimogasta?

¿Con qué golpes de luz nos enseñó el sol el ritmo de la chaya?

¿Si se desangran las uvas en la prensa, de donde viene la alegría del vino?

¿Cómo hacen las higueras para subir la arena hasta los higos?

¿Cuántos ángeles de barro habitan en un cielo de tinaja?

¿Será de vino patero la luz de miel de los refucilos?

¿Tiene bandera de greda el país del alfarero?

¿Quién lo llenó de luz al nombre Chilecito?

¿Cuántos toros tiene un trueno en el cañón del Talampaya?

Cuando muere el carnaval, ¿de qué color es el luto de la copla?

La espuma del agua de la acequia, ¿es de nieve o de distancia?

¿Cuántas danzas de colores bailan los duendes en la Cuesta de Miranda?

Si sueño con Olta, ¿podré despertarme antes de la llegada de los asesinos?

¿En qué telar tejen las raíces el terciopelo de los membrillos?

¿Cómo se llama en Cochangasta el color del Velasco en primavera?

¿Cuándo una grita González, por qué devuelve Joaquines el eco de mis montañas?

Los tamarindos de Tama, ¿sueltan pájaros o son las voces y las sombras del tiempo de la Victoria Romero?

¿Cuál es el astro que convoca tantas estrellas al festival de la noche de Chuquis?

Si no fuéramos de cuerpo y alma, ¿podríamos ser de Famatina?