Lo que sucedió durante tres días en Jagüé, fue pura energía. A ese pueblo casi perdido del interior profundo de La Rioja un día llegó una ráfaga de arte, y se coló en cada poblador, en cada casa, en cada postal que escribió Moyano. Un homenaje al escritor, y una manera de visibilizar nuestra cultura.

Escribe Antonella Sánchez Maltese – PUENTE ALADO                           14/02/17


El pasado 20, 21 y 22 de enero, entre 150 y 200 personas fueron parte de El Ondulatorio, una hermosa “locura” motorizada por el cineasta y comunicador Carlos Ruiz y la artista plástica Patricia Aballay, inspirados por la pluma de Daniel Moyano, con su obra “Tres golpes de timbal”.

“No todo pueblo tiene la suerte de haber sido inmortalizado en una novela”, resume con gran acierto la actriz y periodista Paulina Carreño, quien llevó su obra “Unos duraznos blancos y muy dulces”, una serie de cuentos del mismo Daniel a los cuales les pone el cuerpo desde la narración teatral.

Encuentro moyanesco

El Ondulatorio fue un encuentro artístico que nació un año antes cuando Carlos se lo propuso a Patricia, luego de ver unas acuarelas suyas que le recordaron a Jagüé, y se tomaron todo el 2016 para pensarlo y organizarlo. Convocaron a decenas de artistas y algunos soñadores y soñadoras, que ni bien escucharon Daniel Moyano y Jagüé, dijeron “sí”.

“Tres golpes de timbal” cuenta la historia de un pueblo, Minas Altas, que está al borde de desaparecer, y para salvarse del olvido sus pobladores recurren al arte, la pintura, la escritura. Ese pueblo literario que Moyano recreó con tanta música y colores, estuvo inspirado en el mismo Jagüé, el último suelo riojano que limita con la cordillera.

“Es la novela más riojana que escribió Moyano, y a la vez es una novela latinoamericana”, explica Marcela Mercado Luna, la encargada de reeditar en su editorial “Lampalagua” una novela casi virgen en impresiones. Una de las propuestas de esos días fue presentar el libro, cuya edición se aceleró para llegar con algunos ejemplares al encuentro. Acompañada por Gabriel Gática, estudioso de la obra del escritor, Marcela puso en contexto a todos los presentes que habían leído, o no, “Tres golpes de timbal”, con anécdotas, risas y nostalgias.  A esa altura, todos los presentes ya estaban atrapados por la magia moyanesca.  

Maragarita “Yta” Miranda, la nieta de Juan Miranda (el titiritero en quien se inspiró Daniel para personificar a Fábulo Vega en la novela), fue la principal anfitriona de ese encuentro. “Es duro vivir en Jagüé, es hacer patria” dice visiblemente emocionada cuando le preguntamos cómo son los días en ese pueblo precordillerano. Pero rápidamente se reincorpora con una sonrisa, y sentencia “siempre tenemos ganas de seguir adelante”. La energía de los pobladores durante el encuentro, fue determinante

Ondular

Cada hora de esos tres días, fue un constante ondular. Carlos Ruiz explicaba que el nombre del encuentro, El Ondulatorio, fue dado por un personaje de la novela (un viejo que llega de lejos y que conoce la existencia secreta de la canción del gallo blanco, en la que está “contenida” la historia del pueblo). Pero además se remite a la definición física de la propagación de una onda, que transporta energía. El nombre, no pudo ser más acertado.

Alguien entre los presentes dijo por ahí, que la adrenalina fue el toque de gracia de ese constante ondular. Lluvias que amenazaban con paralizarlo todo, y de pronto un fogón que los volvía a iluminar. Sin reloj, sin pertenencias territoriales, todos entrelazados, haciendo y buscando el arte.

“Es poder rescatar parte de nuestro pueblo, porque está invisibilizado”, dijo el reconocido artista plástico Marcelo Carpita, quien también pasó dejando en el pueblo varios murales con la obra del escritor. La música, la pintura, la fotografía, la danza, las obras de teatro de los pobladores, la compañía de títeres de Córdoba “Fábulo Vega”, los talleres de arcilla y telar de la zona, todo, transcurría bajo la sonrisa cómplice de Daniel.

Daniel se lo merecía porque pienso, y no porque haya sido su esposa, que fue un gran escritor y que a los 25 años de su muerte haya jóvenes que aunque no lo hayan conocido lo reconozcan y le hagan estos homenajes me llena de orgullo, y estoy segura que desde algún lugar recóndito Daniel también lo agradece”, dijo desde Madrid, Irma Capellino de Moyano, invadida por la emoción.

Visitantes y pobladores fueron cómplices, por tres días, en el predio de la Iglesia de la Virgen de Andacollo, un cielo singular, y las calles de Jagüé. Pano Navazo, director de teatro, lo sintetizó bien: “yo sentí que detrás de las columnas de la iglesia entraba y salía Daniel Moyano, te juro, lo sentí”.

 

Edición de video PUENTE ALADO